Ciudad de México, 03 de diciembre de 2021.-Las charlas sin rumbo fijo en la FIL llevan a las reflexiones menos inesperadas. Así lo demostró Juan Villoro en la plática que sostuvo con decenas de lectores que llenaron los lugares disponibles en el Salón 9 y en la cual no se estableció un tema especial para tratar.
Por cerca de una hora los lectores condujeron al autor por diversos territorios emanados de sus variopintas inquietudes, desde la forma en cómo las personas se han convertido en la principal mercancía del planeta, hasta cómo los teléfonos espían a sus dueños. ¿Qué representa para Villoro escribir para niños? ¿Cuál tan precario es el cuerpo ante la enfermedad y cómo nos lo ha hecho saber la pandemia? ¿Cuál ha sido la particular atención que el personal médico ha tenido en algunos hospitales públicos hacia los enfermos de covid-19?
Entre los aspectos más destacados que ofreció Villoro, compartió que “Juan Carlos Rulfo, el hijo de Juan Rulfo, es un estupendo documentalista y acaba de hacer un documental filmado dentro de los hospitales y muchas veces por los propios médicos y enfermeros. Un documental que capta a los pacientes que están aislados, entubados, en situación casi terminal, la forma en cómo se comunican con sus familias a través de los enfermeros y los médicos. Es muy conmovedor ver cómo además intentar salvarlos les leen las cartas de sus familiares, les cantan las mañanitas, son en ese momento la familia que los rodea y es un hospital público, con pocos recursos e insumos y están ahí esos héroes de la salud. Creo que se llama Cartas a distancia, no tiene un título definido, pero surgirán estos testimonios”.
Villoro comentó que la pandemia ha sido, entre otras cosas, “un recordatorio de lo precario que es nuestra salud, la fragilidad del cuerpo y creo que en estos tiempos en los que no nos pudimos reunir. Extrañamos como nunca los actos de presencia, estar con el otro; hubo sucedáneos como todas las reuniones que tuvimos en plataformas digitales, pero no es lo mismo hablarle a una pantalla que ver a una persona”.
Agregó: “Inevitablemente no estás tú en el mejor de los mundos posibles, porque estar en casa en México es un privilegio, la pandemia más fuerte que tenemos nosotros es el hambre. Hay mucha gente que si no sale a la calle todos los días no puede sobrevivir y además hay gente que no tiene condiciones satisfactorias para quedarse en casa, muchas personas que viven hacinadas y eso es soportable durante las horas de sueño, pero no pueden estar ahí todo el tiempo. También los niños pequeños, los jóvenes que tuvieron que seguir estudiando a través de las plataformas digitales, es algo muy duro para ellos; yo creo que quienes más perdieron fueron los niños, los jóvenes que no estuvieron en contacto con sus amigos en una edad esencial, creo que ellos no olvidarán nunca estos momentos en que su vida cambió de manera definitiva”.
Anunció: “Mi libro está ahora en manos del ilustrador, que es Rafael Barajas El Fisgón. Trata de las aventuras del profesor que se llama Profesor Zíper y las palabras perdidas, es la historia de una mafia que quiere desaparecer ciertas palabras del lenguaje y la forman un grupo de personas encabezadas por el profesor Zíper y por algunos niños recuperan el lenguaje para que pueda ser de uso de todos nosotros, es una gran reflexión del lenguaje y una apropiación que se podría hacer de él por parte de algunas personas que se consideran más privilegiadas que otras”.
El autor continuó: “Cuando uno escribe esos textos para niños, yo creo que uno es un actor que se mete al personaje, a mí me gusta mucho la preparación que hacen los actores. Tú tienes que entrar en contacto con tu propia infancia para dialogar con los niños de hoy, porque yo creo que a veces fracasan los libros para niños cuando se piensa que exclusivamente que deben ser más sencillos o usar diminutivos para ser más tiernos. Yo creo que la mente infantil es sumamente compleja, sumamente creativa, juguetona con el lenguaje, exige mucho”.
Sin pensarlo, Juan Villoro sentenció lo que podría ser el tema de una narración: “Nos hemos convertido nosotros en la principal mercancía del planeta, las empresas se quedan con nuestros datos personales, no hay nada más valioso en el mercado mundial que los datos de las personas, a partir de estos datos en las redes sociales nos ofrecen cosas que tienen que ver con nuestros hábitos, nuestras costumbres, son cosas que más o menos nos gustan. El teléfono te escucha, te espía, te manipula: si yo digo que quiero pinzas de madera, el teléfono me lo recuerda, el teléfono está aprovechando mis tendencias para controlarme. Nadie ha tenido nunca más información sobre nosotros que nuestro teléfono celular, la tecnología del teléfono celular es más alta que la que tuvo el Apollo 11 que llegó a la luna” recordó.
Con información de Milenio.