¿Cómo ha cambiado el corazón de México a 24 años de su nombramiento como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y cuáles fueron los criterios que apeló para otorgar dicho reconocimiento? Aquí te contamos la historia y compartimos algunas memorias fotográficas, recopiladas del libro “Querétaro zona de monumentos, patrimonio cultural de la humanidad”.
“Vi la noche y el día contemporáneo,
vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar
el color de una rosa en Bengala…”
– Jorge Luis Borges.
Además de su inigualable belleza natural y arquitectónica, Querétaro es conocido en México y el mundo como uno de los estados también con gran riqueza cultural y gastronómica, sin embargo destaca por su rosadas calles y plazas del centro histórico, el acueducto y sus templos; es historia, es cantera, es libertad y tradición, donde se vivieron grandes acontecimientos históricos que marcaron el rumbo del país entero, sin embargo no deja de seguir avanzando en la industria y desarrollo urbano, es por ello que fue proclamado como un sitio de valor excepcional para la herencia universal.
Imagina a Querétaro antes de que fuese llamada ciudad, cuando era el brillante y prometedor territorio chichimeca, horizonte de tierra fértil y ardientes atardeceres donde el frijol, el maíz y el chile, ríos, árboles y montañas se compartían en comunidad. Hoy a más de 20 años de dicho reconocimiento no hay más que honrar su riqueza natural, histórica y cultural, así como apreciar y reflexionar sobre el lugar que habitamos.
El 7 de diciembre de 1996, la UNESCO otorgó a la Zona de Monumentos Históricos de Querétaro, el reconocimiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad, tomando en cuenta ciertos puntos.
“Para la inclusión de la Querétaro en esta lista, la Unesco reconoció su decisión a partir de los valiosos criterios: su traza urbana y mestiza del siglo XVI, por un lado, y por su arquitectura barroca entre los siglos XVII y XVIII, por el otro. El primero describe la peculiar convivencia espacial y social de sus habitantes indígenas y españoles. El segundo contempla la belleza de los templos, conventos, casonas y obras públicas coloniales que aún permanecen de pie en el tiempo”.
– Querétaro Zona de Monumentos, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Un homenaje a nuestros antepasados salvaguardando y reconociendo sus memorias y el presente, puesto que su reconocimiento sobre todo incluye el estado de conservación de la estructura original de los edificios. Sin duda el patrimonio existe para proteger nuestro pasado conservando memorias tangibles.
“La palabra monumento describe construcciones con valor histórico y cultural que se mantienen íntegras y auténticas con el paso de los siglos: calles y muros que se erigen fieles a su época en medio de la modernidad, como puentes de enlace entre la época colonial y siglo XXI”.
– Querétaro Zona de Monumentos.
Fue en 1972 cuando se creó, en Estocolmo, Suecia, la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, durante la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Doce años más tarde México obtuvo su lugar como miembro del comité de dicho organismo.
Desde entonces México es el país con más bienes inscritos de América Latina y se posiciona en el sexto a nivel internacional, con 33 sitios de los cuales 27 son patrimonios culturales, cinco patrimonios naturales y un patrimonio mixto, además de siete patrimonios inmateriales como las tradiciones, festejos y la música del tradicional Mariachi.
Querétaro es un ejemplo de sincretismo cultural, de encuentro e intercambio que ha ido definiendo su fisionomía promoviendo desde siempre su economía regional, y a su vez trazando un valor arquitectónico que va de generación en generación y se logra apreciar en las calles, avenidas, fachadas y celebraciones dándole unidad, orden y sentido a todo en conjunto.
“Los valores responden a diferentes características, cualidades o atributos, por ejemplo: la rareza, la vulnerabilidad, las asociaciones con otros bienes, los intercambios culturales, el reconocimiento social, la unicidad, la popularidad, el significado simbólico, entre otros. Sin embargo, hay dos que tienen un gran peso y que fueron plenamente identificados en nuestra Zona de Monumentos: autenticidad e integridad. La autenticidad es el alto grado de originalidad que se ha conservado en los bienes culturales, y la integridad es la armonía que hay entre ellos y sus contextos”.
Zaira Montoya/Sociales 3.0